lunes, 3 de noviembre de 2014

La tecnología 3D convierte a Ortoplus, con 40 técnicos en plantilla, en el primer fabricante de férulas transparentes


«La ortodoncia es un sector de tres o cuatro gigantes que vienen a comerte»



Jesús García Urbano, en el laboratorio de ortodoncia que fundó hace 25 años.
  • Jesús García, fundador del laboratorio líder del país en corrección dental. 
  • La tecnología 3D convierte a Ortoplus, con 40 técnicos en plantilla, en el primer fabricante de férulas transparentes.
De este laboratorio que ocupa un antiguo saladero de pescado en el Soho salen cada mes dos mil férulas transparentes para ortodoncia y terapias contra el ronquido con destino a clínicas de toda España y de varios países. La genética de emprendedor y la visión tecnológica y comercial de este coíno se aliaron hace 25 años para el éxito de Ortoplus, hoy el centro puntero de su sector gracias a la primera impresora 3D a la que se ha dotado de un software específico creado en colaboración con investigadores de la Universidad. Es uno de los grandes activos de esta empresa con 40 empleados -mayoría de informáticos y diseñadores- y que cuenta con patentes mundiales en dispositivos antirronquido. Es de las pocas pymes en un sector dominado por gigantes. Hace un año abrió oficina en Oxford para el mercado europeo.

Trabajamos en un proyecto de prótesis que faciliten la cirugía.

¿Siempre tuvo claro que el camino era innovar?
Desde el primer momento. Yo siempre asistía al congreso mundial de nuestra especialidad en Estados Unidos y cada novedad me la traía para acá, donde el retraso era tremendo en informática y software de prototipado. De España no iba nadie, algunos ortodoncistas, pero técnicos ninguno. En 1991 yo no había visto todavía en España un ordenador en un laboratorio dental. El afán por mejorar me viene desde que estudié en la cátedra de ortodoncia, en la Complutense, donde me formé como técnico ortodoncista. Después de terminar me quedé tres años más. Fueron años de cambio tecnológico. Hoy, el médico sin herramientas de software para el diagnóstico se queda atrás en poder prever la evolución de una enfermedad o de un tratamiento y de mostrarle al paciente cuál será el resultado. En los dos últimos años, el escáner intraoral, del tamaño de un lápiz, es capaz de captar tres mil imágenes por segundo, te graba la información y la recrea en una imagen tridimensional. Eso te permite en un caso por ejemplo de apiñamiento dental alinearlos, simular el movimiento de las piezas en relación a la información digitalizada sobre los tejidos blandos de la cara. Por así decirlo, se coloca la boca tratada dentro de una cara. Hemos ido abriéndoles camino a las clínicas.

Nadie puede imaginarse que aquí hay más ingenieros y diseñadores que técnicos dentales»

No hay un censo de clínicos más o menos tecnólogos, pero la élite española de los odontólogos son clientes»


¿Tan poco extendida está esta tecnología?
Solo disponen de ella el 4 o 5 por ciento de las clínicas. Es muy cara, pero no sólo por eso. También influye mucho la edad del médico y su actitud ante la tecnología.

¿Hay algún sello que acredite el nivel tecnológico en su sector?
No hay un censo de clínicos más o menos tecnólogos, pero la élite de los odontólogos españoles son clientes nuestros. Tenemos las primeras máquinas para prototipajes de modelos virtuales que el médico puede ver desde su ordenador. La primera impresora 3D llegó hace cuatro años y la grande, hace dos. La primera hace hasta 32 férulas diferentes en cuatro horas y la de abajo 65. El fabricante israelí estaba loco por contar con un cliente en España y me ayudaron a comprarla y a ser así 'embajador' de su tecnología. No hay muchas en España, tres o cuatro laboratorios y ninguno con todo para ortodoncia invisible. De hecho Ortoplus maneja un nivel tecnológico muy superior al 80 por ciento de nuestros clientes. Podemos fabricar un tratamiento de ortodoncia con toda la información remitida en un e-mail, algo impensable hace solo tres años. Los errores y el factor humano se minimizan. Estamos hablando de una precisión de 0,02 milímetros de movimiento de un diente y de que podremos mostrar al paciente el resultado futuro de su tratamiento en su Iphone. A cada proyecto nuestro le siguen estudios, avales científicos, acciones comerciales.

¿Y la experiencia con la UMA?
Muy contentos. El software de tratamientos de ortodoncia LineDock es una plataforma entre las clínicas y nosotros. Hemos estado dos años con cuatro especialistas en lenguaje de computación, pero el proyecto lo hemos financiado nosotros.

¿Qué formación predomina en la plantilla de su empresa?
Nadie puede imaginarse que haya más ingenieros y diseñadores e informáticos que técnicos dentales. ¡Esto ha cambiado tanto! La mitad no trabajan en tema dental. Cuando vienen compañeros lo ven inconcebible.

¿Y cómo afronta eso?
Siendo suficientemente fuerte para defenderte. En Alemania, que un producto español compita lo llevan mal. Allí, el tratamiento de ortoapnea es gratis y si el producto entra en ese mercado, figúrese.... Las empresas clásicas se ponen nerviosas, por eso hay que tener los pies en el suelo y buen asesoramiento, cumplir toda la normativa, resistir. También pasa con americanos, canadienses o australianos. Es una continua lucha. Como estamos en el sur de Europa, hace un año decidimos montar una oficina en Oxford. No es lo mismo vender desde España a un noruego que hacerlo desde Reino Unido.

¿El liderazgo en este sector es más estadounidense que europeo?
Más estadounidense pero porque los asiáticos aún no se han metido.

¿Y se meterán?
Totalmente. Los pakistaníes, indios, indonesios le van a dar la vuelta. A ellos un software dental les cuesta 2.000 euros y aquí son 20.000. No nos queda más remedio que tener un escudo propio, y sobre todo que lo tengamos pagado.

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