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domingo, 3 de enero de 2016

Los chinos temen por primera vez que los robots les quiten el trabajo

El imaginario colectivo occidental atribuye a las fábricas chinas características poco atractivas. Son un lugar atestado de gente que se deja las pestañas durante jornadas interminables en lo que sea que estén haciendo, desde osos de peluche hasta productos electrónicos, y que recibe por ello un sueldo mísero. Los trabajadores llevan a cabo su labor con maquinaria obsoleta y en condiciones de seguridad e higiene lamentables. Todo para que el mundo occidental pueda beneficiarse de productos baratos (y generalmente de dudosa calidad) cuyo beneficio queda exclusivamente en el bolsillo de los empresarios.

El país ya es el hogar de un 25% de todos los robots industriales del mundo, y su número se ha disparado un 53% en los últimos dos años

Es hora de actualizar esta extendida imagen que representa a una China en rápida extinción. No en vano, el gigante asiático es ya el segundo país del mundo que más invierte en I+D, y aspira a convertirse en una potencia mundial en sectores tan diferentes como el de los trenes de alta velocidad o las telecomunicaciones. De hecho, empresas que hace una década apenas tenían presencia en nuestro mercado, como Huawei o ZTE, confían ahora en llevar la voz cantante en el despliegue de las redes 5G por todo el mundo.

No es una revolución que se ciña exclusivamente a la alta tecnología. Las manufacturas de menor valor añadido también se han sumado a la vanguardia, y diferentes empresarios españoles reconocen que la maquinaria con la que cuentan muchas empresas chinas de los sectores textil e industrial es incluso más avanzada que la de sus homólogas europeas.

Fábrica de Great Wall en Baoding. (Zigor Aldama)

Un buen ejemplo de ello es Antex, fabricante de lencería para diferentes marcas locales y extranjeras. Sus instalaciones en las afueras de la ciudad costera de Hangzhou están impolutas, y, aunque las largas filas de trabajadores con la mirada concentrada en bragas y sujetadores sí que encajan en la idea preconcebida de fábrica china, una inspección detallada demuestra un importante aumento de la automatización de muchos procesos.

La razón la explica con claridad su presidente, Qian An Hua: “La mano de obra en China es cada vez más cara. El sueldo mínimo se actualiza una media del 10% anual, y los salarios medios crecen incluso por encima. Antes no resultaba rentable invertir en maquinaria porque los trabajadores cobraban poco, pero eso ha acabado porque la tecnología es cada vez más asequible y el empleo cada vez más caro”. Qian afirma que el costo por empleado (incluidas cuotas de seguridad social) se ha multiplicado por tres en la última década, mientras que el margen de beneficio ha caído casi un 40%.

El Gobierno está impulsando un sistema económico basado en el consumo interno, cada vez más alejado del motor que suponen las exportaciones

Antex, como muchas otras firmas de un sector al que afectan mucho el aumento de los costos de producción y la fortaleza de la divisa china, ha decidido introducir nueva maquinaria que automatiza procesos antes realizados a mano. “Básicamente son robots que nos blindan ante este constante aumento del precio de la mano de obra”, sentencia Qian.

El avance de las máquinas es imparable. Incluso grandes multinacionales como Adidas han decidido invertir enormes sumas de dinero en la creación de fábricas totalmente automatizadas. La marca de ropa deportiva ha denominado su proyecto piloto 'speedfactory', y en él los humanos apenas tienen espacio. Quizá por eso la primera fábrica de este tipo estará operativa el año que viene en el país de origen de la empresa, Alemania, y no en China o Vietnam como se ha hecho habitual entre las compañías que han deslocalizado su producción.

Los robots cuestan lo mismo en cualquier parte del mundo, pero la legislación europea proporciona un marco mucho más propicio en disputas laborales y en protección de la propiedad intelectual. El plan es implantar estas nuevas instalaciones productivas en Estados Unidos para estar más cerca del consumidor final y ahorrar en logística.
Fábrica de Gestamp en Kunshan. (Zigor Aldama)

Más sorprendente aún resulta el megalómano plan de Foxconn, subcontrata de gigantes como Apple o Xiaomi, que desde 2011 ha introducido nada menos que un millón de robots en sus líneas de montaje. Ahora ya opera una fábrica totalmente automatizada en la ciudad de Chengdu, y su objetivo es dejar un 70% de los procesos en manos de las máquinas para 2017. “Los robots no están pensados para reemplazar el trabajo manual, pero sí nos permiten reestructurar nuestros recursos humanos”, dijo el año pasado su fundador Terry Guo.

La mano de obra en China es cada vez más cara. El sueldo mínimo se actualiza una media del 10% anual, y los salarios medios crecen incluso por encima

Además, los empleados de aleaciones metálicas tienen una ventaja importante sobre los de carne y hueso: no se quejan. Foxconn ha sufrido graves crisis de imagen por las pésimas condiciones de sus empleados, que se han traducido en sonadas huelgas y en la trágica epidemia de suicidios que vivió hace unos años. Teniendo en cuenta que la multinacional taiwanesa emplea a más de un millón de personas, la mayoría en China, es evidente que, por mucho que Guo diga lo contrario la adopción de procesos automatizados va a tener un impacto importante en el empleo.

En esta nueva revolución industrial los trabajadores chinos salen mal parados. El país ya es el hogar de un 25% de todos los robots industriales del mundo, y su número se ha disparado un 53% en los últimos dos años. Según la Federación Internacional de Robótica, China será el país con mayor número de robots en sólo dos años. Para quien visita regularmente todo tipo de fábricas, es un cambio que ya salta a la vista. Y que puede provocar importantes problemas sociales. Según el China Labour Bulletin, una ONG con base en Hong Kong, las disputas laborales se duplicaron el año pasado, en gran medida por el cierre y la reestructuración de empresas en el corazón manufacturero del sureste del país.
Fábrica de Antex en Guangzhou. (Zigor Aldama)

También existen dos importantes elementos sociales que van a marcar el futuro rumbo de las manufacturas en China: el primero está relacionado con la caída de la natalidad, en gran parte fruto de la ley del hijo único -vigente hasta este año-, que resultará en una reducción de la población activa del país en el futuro más próximo; el segundo tiene que ver con el espectacular aumento del número de jóvenes que acceden a la universidad, un hecho que se traduce en un sustancial incremento del número de trabajadores bien formados que, sin embargo, ven erosionadas sus oportunidades laborales por el aumento de la competencia y la saturación del mercado.

Hay quienes consideran que este escenario es, a medio y largo plazo, muy positivo para la sociedad china, con robots o sin ellos. “El Gobierno está impulsando un sistema económico basado en el consumo interno, cada vez más alejado del motor que suponen las exportaciones. Su objetivo es que del crecimiento se beneficie más gente, porque una economía con más consumo es también una economía que distribuye mejor la riqueza”, explica Pedro Nueno, presidente de la China-Europe Business School (CEIBS) de Shanghái.

Muchos chinos se hacen una pregunta que hace una década ya se plantearon los trabajadores del mundo desarrollado con los chinos como protagonistas: ¿Nos quitarán los robots el trabajo? “Las empresas siempre buscarán el modelo de producción más barato y estable”, responde Qian sin ambages.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La Industria 4.0 se abre camino

El sector del automóvil, a la vanguardia: En la fábrica de Seat en Martorell (Barcelona), que da empleo a unas 12.500 personas, la producción de modelos como el Seat León o el Audi Q3 se realiza de forma mucho más eficaz gracias al empleo de software que controla los flujos de energía, agua, presión y vapor para adaptarlos a las necesidades de producción.
El gigante alemán Siemens es testigo directo de la llamada Cuarta Revolución Industrial. Una transformación que ya están aplicando algunas compañías en España, de sectores como el automovilístico y el aeronáutico.

La Primera Revolución Industrial surgió de la invención de la máquina de vapor y la mecanización del trabajo manual. Posteriormente llegó la producción en cadena, abanderada por Henry Ford. La tercera oleada, más reciente, viene de la mano de los sistemas electrónicos y las tecnologías de la información, y se acompaña del fenómeno de la globalización.

En la actualidad, nos encontramos a las puertas de una nueva era, que llaman Cuarta Revolución Industrial, o Industria 4.0. Se trata de "una aspiración, una meta hacia la que tenemos que dirigirnos", afirma Pascual Dedios-Pleite, consejero delegado de Siemens Industry Software. Así, sectores como el automovilístico y el aeronáutico, dos de los más avanzados en su digitalización, "podrían considerarse Industria 3.8".

Y es que el potencial de la transformación digital de las empresas productivas es inmenso. Siemens ha querido vislumbrar cómo serán las fábricas en el año 2060, y ha imaginado una Europa plagada de plantas subterráneas ultraeficientes, robots biónicos, controles biométricos llevados a su máxima expresión y una mano de obra más cualificada que abandona el trabajo manual por el software, con funciones de simulación productiva y control de la eficiencia. Sólo el tiempo dirá si esta visión se hace realidad.

Cuestión de Números

Aún estamos lejos de cumplir el sueño de Siemens, pero el camino se ha iniciado. A día de hoy, las nuevas tecnologías permiten hacer más eficiente la cadena productiva, simular virtualmente la fabricación de un producto, prevenir y reparar averías en remoto, y flexibilizar la producción, todo ello sin disparar los costes operativos.

Pongamos un ejemplo. La depuradora de Vigo, construida por Isolux Corsán y OHL, ha logrado maximizar la eficiencia en el consumo y ahorrar hasta un 40% los tiempos de desarrollo gracias a tecnologías como Simatic PCS7. Se trata de la mayor estación depuradora de aguas residuales de España por biofiltración y una de las mayores de Europa (147.000 metros cúbicos diarios).

Otro caso reconocido es el de ITP, fabricante vasco de motores aeronáuticos e industriales participado por Sener y Rolls-Royce. En 2011 empezó a aplicar un ambicioso plan estratégico con el objetivo de duplicar las ventas para el ejercicio 2015, hasta alcanzar una facturación de 1.000 millones de euros. Y eso pasaba necesariamente por invertir más en nuevas tecnologías. Desde la compañía, calculan que la integración de sus sistemas PLM (software de gestión del ciclo de vida del producto) ayudó a que el ebitda mejorara un 25%.

Otras Implicaciones

Una de las primeras derivadas de la digitalización de la producción industrial es el impacto en los recursos humanos. Además de requerir de perfiles diferentes de talento, exige otra dinámica, otros horarios y salarios.

La segunda gran consecuencia tiene que ver con la seguridad. En un mundo donde hay cada vez más máquinas y otros dispositivos conectados a la Red, el riesgo de un potencial ciberataque es también mayor.
ITP, con sede en Zamudio (Vizcaya), fabrica motores aéreos y turbinas con tecnología de última generación y cuenta con 18 centros operativos en todo el mundo. La integración de sus tecnologías de automatización generó una mejora del 25% en el ebitda. Para los próximos cinco años, el objetivo es duplicar la producción de turbinas.
Y, por último, el concepto de Industria 4.0 se relaciona estrechamente con la reindustrialización de Europa. El uso de tecnologías de automatización, simulación y comunicaciones M2M, entre otras, hacen viable la fabricación nearshore.

Esto se une, como es lógico, a los menores costes en transporte y almacenamiento que, ya de por sí, posibilita el tener más cerca una planta de producción. Además, estar más cerca permite una mayor flexibilidad frente a los posibles picos de demanda, sin riesgo de romperstock o, al contrario, de acumular grandes cantidades de producto en un almacén. Grupos como Inditex constatan que traer de vuelta a Europa parte de la producción puede resultar rentable.

Nuevas Tendencias

A más largo plazo, Siemens plantea varios conceptos revolucionarios. Uno de ellos es la co-creación, crowdsourcing o tercerización masiva, donde personas de todo el mundo (externas a la plantilla) pueden contribuir a desarrollar un producto. Este tipo de innovación abierta, además de su evidente aportación a la innovación, puede reducir mucho los costes.

En EEUU hay algunos casos interesantes de co-creación: el Rally Fighter, un vehículo militar encargado por la agencia Darpa (dependiente de Defensa). La Darpa necesitaba un coche que fuera ligero, capaz de andar por terrenos abruptos, y todo ello dentro de un plazo de tiempo y presupuestos ajustado. Más de 300 personas se involucraron en su diseño.

Otro ejemplo es el de Hyperloop, el tren supersónico ideado por Elon Musk, que cuenta con más de más de 450 socios colaboradores en todo el mundo.

Un nuevo concepto interesante es el de la producción aditiva, que viene a ser una evolución de la popular impresión 3D. Mediante un láser que pulveriza metal, Siemens asegura que sepueden crear rápidamente piezas a medida no sólo de plástico, sino también de cerámica y metales como el acero inoxidable, el titanio o el aluminio.

Fuente 

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Por qué un robot clasificador de fruta revolucionará la automatización industrial?

Un robot clasificador de fruta construido por una consultora británica puede no sonar como un gran avance. De hecho, es una de las indicaciones más claras de que la automatización industrial está al borde de un gran cambio y que podemos estar entrando en una nueva revolución industrial.
A finales de este mes, Cambridge Consultants presentará su robot clasificador de fruta en la feria AgriTechnica en Alemania. Durante la demostración, la fruta se apilará al azar en un cuenco. El robot utilizará la visión artificial y el software inteligente para identificar la pieza en la parte superior. Traducirá esa información en coordenadas reales y posicionará su brazo articulado para coger la pieza de fruta. El brazo se adaptará a la forma y textura de cada objeto y lo agarrará sin dañarlo. El robot trabajará teniendo en cuenta el cuenco, clasificándolo por tipo y color.



La demostración es significativa por dos razones. En primer lugar, las tareas que se les pide al robot para llevar a cabo no están definidas de manera rígida. En cambio, el robot tiene que identificar y adaptarse a una situación compleja que implica varias variables.
Uno de los mayores retos con la robótica en general ha sido la incapacidad de hacer frente a las variaciones naturales de los objetos. En una línea de producción de automóviles, por ejemplo, los robots pueden mover objetos pesados de un lugar a otro y soldar con precisión. Pero esos mismos robots serían incapaces de hacer frente si un marco de puerta estuviera ligeramente deformado o fuera de posición. Si algo sale mal durante el montaje, los encargados tienen que parar la línea y reajustarla.Si los objetos manipulados cambian, los robots hay que reprogramarlos o reconfigurarlos, un proceso costoso y que requiere mucho tiempo.
Con pocas excepciones, así es como la automatización industrial ha trabajado durante los últimos cincuenta años. Pero los futuristas han creído durante mucho tiempo que los robots industriales algún día podrán ser capaces de trabajar alrededor de la gente, hacer frente a los elementos irregulares, y adaptarse a un entorno cambiante. Es por eso que la clasificación de diferentes tipos de fruta es un reto atractivo, un reto que requiere el reconocimiento de objetos y la planificación de tareas.
"Nuestro equipo de detección y control industrial de clase mundial ha combinado algoritmos de alto poder de procesamiento de imágenes con sensores y hardware de bajo coste para permitir el control "fino" de los robots cuando no se define rígidamente la tarea", dice Chris Roberts, jefe de robótica industrial en Cambridge Consultants. "El sistema es capaz de manejar objetos para los que no existe un modelo detallado diseñado por ordenador".
El aspecto "low cost" del diseño es otro avance significativo. Cambridge Consultants es una firma de diseño y no del negocio de la creación de nuevos productos. Para su robot de demostración, los ingenieros de la empresa utilizan sensores de bajo coste que están fácilmente disponibles y ya en uso en la industria. En otras palabras, para hacer su robot, el equipo no tuvo que inventar una nueva tecnología. Era sólo una cuestión de implementar las soluciones existentes de forma inteligente y estratégica.
"Las soluciones existentes tienden a ser costosas instalaciones," me dice Roberts en una llamada telefónica reciente. "Estamos tratando de demostrar que mediante el uso de hardware y sensores relativamente baratos, junto con un software de procesamiento de imágenes inteligente, podemos lograr buenos resultados".
Roberts cree que gran parte de la tecnología que transformará la automatización industrial en un futuro próximo ya está aquí y está a la espera de ser desplegada.



"Vemos una desconexión con la industria", dice. "Vemos un montón de ideas de este tipo en las universidades. Habrá una demostración de laboratorio mostrando que este tipo de cosas es posible, pero lo que falta es la industrialización de las mismas. Coger a alguien que trabaja en un laboratorio y llevarlo a un entorno industrial.".
Pero esa migración de la tecnología está ya en marcha, y va a cambiar la forma en que los productos son fabricados y entregados.
"Una tendencia que estamos viendo es que un grupo de tecnologías están llegando juntas. Dispones de Internet, computadoras de alta potencia, robótica que interactúa con la gente, y todo está convergiendo para hacer fábricas más inteligentes que respondan más rápido a la demanda".
En el ámbito de la robótica, eso significa que vamos a ver sistemas más flexibles que pueden cambiar entre tareas sobre la marcha.

Fuente