El uso de los sistemas CAD 3D para diseñar productos va de la mano de una tecnología que permite imprimir directamente una pieza real a partir de un fichero electrónico. Se denomina ‘fabricación aditiva’ porque el objeto se genera a partir de la superposición de muchas capas de poco grueso. Implantada hace años en la Fundació CIM, se utiliza en beneficio de muchas empresas, que sacan provecho para la fabricación de series cortas u objetos personalizables a un precio competitivo, frente a los procesos tradicionales, que requieren más tiempo y son más caros.
Estamos en el año 2050, en una aula de la Fundació CIM de la Universitat Politècnica de Catalunya. Un alumno de un curso de dibujo por ordenador traza directamente en 3 dimensiones, sin plano previo, un apoyo de diseño futurista para un móvil. El profesor le valida el diseño y el fichero se envía por red a una máquina que está una planta más abajo. Después de pocas horas, el alumno ya tiene la pieza en la mano, un objeto plenamente funcional. Cómo el diseño es realmente atractivo, el profesor lo anima a colgarlo en una tienda virtual de objetos 3D, donde se podrá encargar la producción del diseño a un precio reducido.
Bueno, en el anterior párrafo hay un error. Dibujar en 3 dimensiones? Un objeto imprimido a las pocas horas? Tienda virtual de objetos que no requieren costosos moldes? No, el error es la fecha: el año correcto es 2011.
Todos conocemos el concepto de “revolución silenciosa”. Son aquellos cambios que hacen que la vida diaria, las relaciones económicas, etc... cambien de arriba abajo de forma irreversible. Para unos representan una catástrofe –su puesto de trabajo queda obsoleto y hace falta una reconversión– y por otros es una oportunidad para crear actividades nuevas y hacer avanzar la sociedad. La revolución informática, la telefonía móvil, Internet... estamos seguros que la mayoría de los lectores pueden reconocer que su profesión va ligada a alguno de estos cambios radicales.
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