La industria del motor se ve obligada a frenar su producción por la falta de semiconductores en el mercado internacional
No ha pasado ni un año de la paralización
de las factorías de autómoviles de todo el mundo y las marcas
vuelven a sentirse amenazadas por el mismo suplicio de reducir producción. La
falta de suministro de los diminutos y cada vez más empleados chips se
está convirtiendo ahora en su mayor dolor de cabeza. Los fabricantes de
semiconductores no dan abasto con la demanda y la todopoderosa industria
automotriz debe coger número y esperar en la cola tras las marcas de computadoras, teléfonos inteligentes y
de consolas de videojuegos que, lejos de reducir ventas, han
registrado un boom con las restricciones pandémicas y las Navidades.
Esos semiconductores que ahora se echan en falta digieren los 100 millones de
líneas de código de programación que controlan un vehículo de hoy. Son básicos
para las unidades centrales electrónicas de los coches o para controlar su
tracción. Pero también están sufriendo retrasos de hasta diez semanas los chips
para conexiones de WIFI y bluetooth. La mayor digitalización de los vehículos,
influida por la irrupción de coches eléctricos e híbridos, no hace más que
incrementar la dependencia.
La cuestión no atañe únicamente a las marcas de coches. Sus principales
proveedores notan igualmente las estrecheces de no recibir semiconductores.
Bosch, Continental o Valeo son solo algunos ejemplos que han confirmado
afectaciones.
Mientras la industria automotriz sufre las tensiones de la situación, la
taiwanesa TSMC (entre sus clientes estaban Apple y Qualcomm y se acaba de
sumar Intel), el mayor
productor de chips del mundo, se frota las manos con las mejores ventas y
ganancias trimestrales de su historia y vaticina crecimientos en los próximos
años. Corea del Sur estima poder elevar este año sus exportaciones de chips un
10%. Y el índice del sector de semiconductores de Filadelfia anda desbocado,
con una capitalización un tercio superior a los niveles precovid.
“Lo que estamos generando es un rendimiento récord, y lo que estamos gastando
para aumentar eso es el doble de lo que gastamos en 2020”, señalaba a Bloomberg
el responsable de la división para la automoción de Globalfoundries, Mike
Hogan, que hasta ahora ofrecía una pequeña porción de su producción al sector y
ahora ha detectado un objetivo.
Uno de los orígenes del problema es la caída del mercado y de la producción que
el sector de la automoción sufrió el año pasado, lo que forzó a la automoción a
reducir inventarios y comandas. Para asumir ese traspié, los fabricantes de
semiconductores redujeron sus encargos a sus fundidoras. El problema ha sido
después normalizar la producción. “Arrancar una planta de ese tipo no es como
hacer churros. Es un proceso muy complejo que responde a cuestiones
nanométricas, con una industria muy sofisticada y eficiente, pero también muy
planificada. Y no se pueden acumular existencias porque son extremadamente
caras”, señala el profesor de Esade Xavier Farrés. En resumen, pueden pasar
meses hasta restablecer la normalidad.