Un ejército de microrobots contra el cáncer podría habitar
dentro de nuestros cuerpos; y lo mejor de todo es que son algo
adorables.
La humanidad aún continúa en su eterna lucha contra el
cáncer; tenemos muchos frentes abiertos, y uno de ellos consiste en usar
robots para que nos ayuden. Suena bien, hasta que te das cuenta de que
implica llenar tu cuerpo de microrobots contra el cáncer; entonces suena
incluso mejor.
Los desafíos de controlar robots dentro de nuestro cuerpo
Llevar en nuestro cuerpo un ejército de microrobots contra el cáncer
será posible gracias a un nuevo sistema de control ideado por
científicos de Hamburgo
Claro, que no es una idea nueva, aquí mismo en Omicrono hemos hablado
muchas veces de robots médicos; aunque casi todos los proyectos se
enfrentan al mismo desafío, su control.
La manera más evidente de controlar robots en el interior de un cuerpo es usando campos magnéticos;
es una solución no invasiva y que se ha demostrado que funciona
perfectamente. El problema es que este método sirve para controlar una
gran cantidad de robots a la vez… pero no darles órdenes individuales.
Como las piezas magnéticas de los robots son todas iguales, reaccionan de la misma manera al mismo campo magnético. Y eso, cuando cada robot puede estar en una posición diferente, es un problema. Puedes acabar cortando lo que no deberías, o con un sistema poco eficiente.
Esos pequeños robots irían metidos en una pastilla que sería inyectada en zonas cercanas al tumor; los médicos controlarían directamente a los robots, por ejemplo, para llevar semillas (pequeños implantes) radiactivas sólo a los tejidos afectados, y no a los sanos. Por lo tanto, esto calmaría algunos de los efectos secundarios del tratamiento, al afectar sólo a los tumores.
Cómo se controla este ejército de microrobots contra el cáncer
Lo que los científicos de Hamburgo han ideado es un sistema por el cual pueden controlar minirobots en nuestro cuerpo de manera individual.
Para
conseguirlo, crearon unos diminutos tornillos magnéticos en las
articulaciones de los robots. Primero de todo, se aseguraron de que no
podían moverse con un fuerte campo magnético; pero dejaron pequeñas
zonas en las que los tornillos podían moverse.
A
continuación, en puntos concretos superpusieron un campo magnético más
debil, que rotaba los tornillos que se habían quedado libres del campo
más grande. El efecto es muy curioso. Los científicos son capaces de controlar cada articulación de un robot por separado,
en distintas direcciones. Es un sistema que escala muy bien, y sus
creadores aseguran que podrían controlar cientos de estos robots sin
problemas.
Esos pequeños robots irían metidos en una pastilla que sería inyectada en zonas cercanas al tumor; los médicos controlarían directamente a los robots, por ejemplo, para llevar semillas (pequeños implantes) radiactivas sólo a los tejidos afectados, y no a los sanos. Por lo tanto, esto calmaría algunos de los efectos secundarios del tratamiento, al afectar sólo a los tumores.
Otro posible uso está en implantes que cambien con el tiempo. El campo magnético podría cambiar la forma del implante, ajustándose mejor al cuerpo que se está sanando, por ejemplo.
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