Smart Manufacturing, un ejemplo para la vida real...
El papel de la
tecnología y la gestión inteligente de la información en los sistemas de
fabricación ha sido desde los inicios de la revolución industrial una pieza
clave para evolución de todos los procesos e industrias manufactureras.
Desde hace más de 15
años, en la mayoría de los sectores cuyo resultado final es un producto (desde
una botella de agua hasta un avión militar) se utilizan tecnologías digitales
como el diseño y la simulación (CAD-CAE), software de gestión de ciclo de vida
de producto (PLM), aplicaciones y plataformas de fabricación virtual (a nivel
máquina, proceso o incluso fábrica), sistemas de planificación,
aprovisionamiento y gestión de proveedores, o incluso tecnologías más novedosas
como la realidad virtual o aumentada.
No obstante, los que
llevamos ya varios años trabajando en proyectos relacionados con la innovación
y optimización de procesos de fabricación de alta complejidad, estamos
asistiendo a un nuevo paradigma de la fabricación inteligente. Este nuevo
paradigma se basa no sólo en la evolución natural de las mencionadas
tecnologías (lo cual no es nada en sí mismo nada novedoso), sino en la
hyper-conectividad, multi-canalidad, adquisición y gestión de nuevas fuentes de
información y sobre todo la capacidad de integración de la información
permitiendo tomar decisiones óptimas entre diferentes niveles de los procesos
de negocio.
Por poner un ejemplo
concreto, recientemente he asistido a una feria de gestión digital integral de
producto, de uno de los mayores fabricantes mundiales del sector del automóvil
con sede en Alemania. Uno de los aspectos que más me llamó la atención, sobre
todo comparando con otras ediciones anteriores, es el claro giro que las
empresas del sector están dando hacia la personalización del producto final y
acercamiento al consumidor. Si bien la industria de la automoción es por
definición (histórica) una de las más dependientes de grandes producciones en
serie, resulta que gracias a las nuevas tecnologías y fuentes de información,
su modelo de negocio está viendo en el horizonte nuevos retos y oportunidades
lejos de ser futuristas.
En dicha feria tuve la
oportunidad de dar una conferencia de Fabricación Aditiva (conocida
históricamente como impresión 3D). La Fabricación Aditiva se basa en la
impresión tridimensional de objetos a partir de un modelo geométrico digital.
Se trata de una tecnología que se inició ya en los años 80, que evidentemente
ha evolucionado (existen ya máquinas capaces de imprimir álabes de turbinas en
titanio), pero es ahora cuando el resto de sistemas y tecnologías adyacentes
están preparados para explotar su potencial. Más relevante es aún que los
consumidores hemos alcanzado un nivel de madurez que nos lleva a exigir de
forma casi generalizada, un producto a "mi medida y en el momento que lo
necesito".
En dicha ponencia puse
como ejemplo un caso real que me ha sucedido esta semana. Durante un viaje
personal, tuve la mala fortuna de que me robaran en el interior del coche,
forzando la cerradura y dejando inutilizada la puerta. Tras volver de viaje,
poner la denuncia en la policía y conseguir arreglar todo el papeleo con el
seguro (tramites que me llevaron más de una semana...) conseguí concertar cita
con un taller de confianza. El coche, que por cierto es de la marca del
mencionado fabricante alemán, es del año 2002 y resulta que en ningún lugar de
España tenían la pieza de repuesto necesaria para arreglar la cerradura, por lo
que el taller tuvo que encargar la pieza al fabricante, tardando
aproximadamente otra semana en llegar a España y un día de instalación. En
total casi 15 días con el coche inutilizado.
Pues bien, el caso de
uso que puse en la ponencia se basaba en la aplicación de varias tecnologías
para solucionar un problema tan habitual como el descrito. Para empezar, a
través de la aseguradora contar con una aplicación móvil para sacar la foto
geo-localizada del siniestro y reportarlo de forma simultánea a la policía, al
perito y al taller de confianza. Dado que la pieza no existía en España, el
taller podría enviar al fabricante una "petición de impresión 3D" de
la pieza estropeada (a través del número de bastidor del vehículo y número de
serie de la pieza) para que fuese impresa directamente en un centro en España
certificado por la marca, descargándola de un market place digital securizado,
ahorrándome al menos 12 días con el coche inutilizable, gran cantidad de ahorro
en combustible y contaminación, (eliminación del envío desde Alemania) y
ahorros directos en eliminación de stocks en el fabricante (materia prima,
espacio logístico y almacenaje).
Este ejemplo que
parece futurista, no es en esencia más que una aplicación del potencial de la
fabricación inteligente. Todas las tecnologías mencionadas son tecnologías
existentes y relativamente maduras, lo único que se necesita es integrarlas
para que dejen de ser procesos desconectados e islas de información.
Este es el principio
básico del "Smart Manufacturing", la explotación de la información
accesible a través de múltiples canales, para agilizar los modelos de negocio y
acercar lo máximo posible el producto personalizado al consumidor final,
entendido como el que mejor valor-coste percibe dicho consumidor.
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