Pasar del papel a un modelo real en horas es sólo el principio.
Las principales ventajas de disponer de impresión 3D para el mundo del automóvil (y en general, para la fabricación de cualquier vehículo de producción, como camiones o motocicletas) es que acorta los procesos considerablemente. Disponer de una nueva pieza para hacer pruebas es cuestión de horas, y en caso de que haya un fallo en el diseño o se haya encontrado alguna discrepancia se puede realizar un cambio y disponer de la nueva versión, de nuevo, en pocas horas. Esto aporta mucha flexibilidad a la hora de diseñar las diferentes partes, piezas y accesorios de los vehículos, ya que es posible obtener nuevas piezas que no están “dentro” de la cadena de producción sin más que programar la impresora para el nuevo diseño. Sin moldes, sin esperas, diseñas la pieza, la imprimes y a probar. Es el sueño de cualquier diseñador. En este vídeo vemos cómo una empresa norteamericana que diseña guardabarros para camiones utiliza una impresora de este tipo para sus prototipos.
El nivel de acabado de las piezas impresas es superior, lógicamente hablamos de modelos industriales y no de versiones domésticas de impresoras 3D, mas limitadas en cuanto a resolución y materiales base para realizar las impresiones. En el mundo industrial, una impresora de este tipo puede permitir la fabricación de estructuras ligeras en celosía, geometrías más elegantes y únicas, piezas fabricadas con más de dos materiales, estructuras huecas que tengan cableado eléctrico en su interior. Las piezas de plástico impreso también pueden ser mejores desde el punto de vista técnico, además pesan menos, y son muy adecuadas para la producción de piezas o estructuras más complejas que serían más difíciles de producir, y tendrían un coste más elevado si se utilizasen procesos convencionales de corte de metal.
La impresión 3D en la competición.
La impresión 3D es clave para minimizar tres aspectos: tiempo de desarrollo, costes y peso final del coche. Muchas veces, cuando hablamos de impresión 3D en el mundo del automóvil, mencionamos los “plásticos”. Es cierto que las aplicaciones más normales en la fabricación de coches implican la impresión de accesorios de plástico (como los guardabarros que vimos en el vídeo anterior), pero en una impresora 3D industrial se pueden utilizar diferentes materiales como base. Por ejemplo, la fibra de carbono. Aunque es una tecnología compleja, la impresión de fibra de carbono y de materiales composite es el futuro de la industria. Hemos de tener en cuenta que este tipo de producción depende mucho de factores como el nivel de I+D de la industria (o fábrica) concreta, y en el caso de los coches de serie, digamos los de calle, podemos encontrar más sentido a la producción de accesorios que a la producción de piezas, aunque sí se haga (sobre todo en prototipos para nuevos modelos o versiones). En el mundo de los súper deportivos, en el mundo de la alta competición y sobre todo en la Formula 1, la impresión 3D es clave para minimizar tres aspectos: tiempo de desarrollo, costes y peso final del coche.
Con la impresión 3D es posible hacer cambios a diario por una fracción del coste.
En Formula 1 los cambios se realizan cada semana o incluso cada día, y el tiempo es crucial para conseguir esos objetivos y ese nivel de desarrollo tan veloz. Hace muchos años que se utiliza la impresión 3D en F1, y no solo para la fabricación de los monoplazas reales, sino también para los diferentes modelos a escala. En un coche de F1 los pequeños cambios en las piezas, de realizarse a la manera tradicional, multiplicarían los costes a niveles absolutamente prohibitivos: con la impresión 3D es posible hacer esos cambios a diario por una fracción del coste. Además, la impresión 3D se aplica en muchas otras disciplinas de competición, como en el mundo de la resistencia, en el que el peso, al aerodinámica y los costes de producción también se deben reducir, como es el caso del Ford GT que competirá en Le Mans en apenas un mes, y su versión de calle.
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