sábado, 15 de octubre de 2016

Robots fabricados por impresión 3D con piel amortiguadora de golpes.

Cualquiera que haya visto videos de drones volando peligrosamente o de algunas competiciones en las que los robotistas hacen luchar a sus robots sabe cuán probable es que estas máquinas sufran graves desperfectos, y a menudo ello es así debido a que no tienen el acolchamiento adecuado para protegerse.

Unos investigadores del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL), adscrito al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, han ideado un nuevo método para imprimir en 3D materiales blandos que doten de mayor protección contra golpes a los robots y sin que estos pierdan precisión en sus movimientos. La nueva técnica se podría emplear para aumentar la durabilidad no solo de drones y otros robots sino también de teléfonos móviles, zapatos, cascos y muchos otros objetos expuestos a impactos o al menos tensiones estructurales fuertes.

Una de las potenciales aplicaciones de la nueva técnica en el campo de la robótica es extender la vida útil de los drones para entregas, como los que están siendo desarrollados por Amazon y Google.

El nuevo producto, descrito como "material viscoelástico programable" (PVM, por sus siglas en inglés) se logra mediante la técnica desarrollada en el CSAIL, la cual permite a los usuarios programar todas y cada una de las partes de un objeto impreso en 3D con los niveles exactos de rigidez y elasticidad que quieran, dependiendo de la función que deba tener cada parte.

Las pieles amortiguadoras no solo protegen a los robots con los que se han hecho pruebas en el CSAIL, sino que facilitan a algunos el realizar aterrizajes de manera más precisa.







Por ejemplo, después de imprimir en 3D un robot cúbico que se mueve rebotando, los investigadores lo dotaron con “pieles” amortiguadoras que suavizan muchísimo sus impactos.

Esa reducción marca la diferencia a la hora de procurar evitar que un rotor se desprenda de un dron o que un sensor se rompa cuando golpee el suelo. Las pieles también permiten que los robots de ciertos tipos aterricen con una precisión casi cuatro veces mayor, lo que sugiere que se podrían usar amortiguadores similares para ayudar a ampliar la vida útil de los citados drones de entrega de productos.

El trabajo de investigación y desarrollo lo ha realizado el equipo de Robert MacCurdy, Jeffrey Lipton y Shuguang Li, del MIT, con supervisión de Daniela Rus, directora del CSAIL.




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