El volumen y tratamiento de los embalajes derivados de la actividad humana se han convertido en un problema de difícil solución. Además de suponer un gasto energético muy alto y consumir petróleo en su producción, no son biodegradables, por lo que permanecerán en la naturaleza miles de años.
Una de las primeras alternativas es emplear materiales naturales que son normalmente desechados, aglutinándolos con hongos para sustituir al poliestireno expandido:
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