sábado, 11 de enero de 2014

Impresora 3D para metal, barata y de código abierto

Hasta ahora, la impresión 3D ha estado dominada por los polímeros, y la mayoría de la gente que utiliza estas máquinas la usa para hacer todo tipo de objetos de plástico, desde carcasas de teléfonos móviles a piezas de ajedrez. Una nueva impresora 3D de bajo costo desarrollada por el equipo de Joshua Pearce de la Universidad Tecnológica de Michigan (Michigan Tech), en Estados Unidos, podría añadir martillos y otros objetos metálicos a esa lista. El diseño detallado, así como el software y el firmware, están disponibles gratuitamente y son de código abierto, lo que significa que cualquiera puede usarlos para hacer su propia impresora 3D con la que fabricar objetos metálicos.

Pearce es el primero en admitir que su nueva impresora todavía es un trabajo en progreso. Hasta el momento, los productos que él y su equipo han producido no son más intrincados que una rueda dentada. Pero eso se debe a que la tecnología es aún primitiva y hay que perfeccionarla más. Pearce lo considera una simple cuestión de tiempo, y se remite al hecho de que, a fin de cuentas, las primeras impresoras 3D para trabajar con plástico también eran bastante toscas, pero en poco tiempo se han vuelto asombrosamente sofisticadas.

Usando menos de 1.500 dólares en concepto de materiales, incluyendo un pequeño soldador MIG comercial y un microcontrolador de código abierto, el equipo de Pearce ha construido una impresora 3D para objetos metálicos que puede ir colocando capas delgadas de acero para formar objetos geométricos complejos. Ya existen impresoras comerciales para objetos metálicos, pero cuestan en torno al medio millón de dólares.




La nueva impresora para metal es menos costosa que muchas impresoras 3D comerciales para plástico, y es lo bastante barata como para usarla en el hogar, según Pearce. Sin embargo, por razones de seguridad, Pearce sugiere que por ahora las impresoras de esta clase se usen solo en talleres habilitados para soldadura, y por personas con experiencia en soldadura, ya que el manejo de una impresora 3D para metal requiere más equipamiento de seguridad, incluyendo dispositivos de protección contra el fuego, que la típica impresora 3D para plástico.

Aunque la impresión 3D para metal abre nuevas y beneficiosas perspectivas, también hace que reaparezca con más fuerza el fantasma de las armas de fuego de fabricación casera. Algunas personas ya han fabricado armas de fuego con impresoras 3D comerciales tanto para metal como para plástico, con resultados diversos. Aunque Pearce admite que durante el desarrollo de la nueva impresora tuvo algunas noches de insomnio, también cree que los beneficios que traerá la fabricación de objetos metálicos mediante impresión 3D superarán con creces los problemas que genere.

En trabajos anteriores, su grupo ya había mostrado que fabricar productos en casa con una impresora 3D es más barato para el estadounidense promedio que comprarlos, y que imprimir bienes en el hogar resulta más ecológico que comprar bienes comerciales. Estos cálculos muy probablemente sean aplicables pronto a otras naciones en las que la impresión 3D está despegando con fuerza y se beneficia cada vez más del abaratamiento derivado de un uso amplio y de la posibilidad de reciclar materiales.

En el trabajo de investigación y desarrollo también han trabajado Gerald C. Anzalone, Chenlong Zhang, Bas Wijnen y Paul Sanders.

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