Las implicaciones de las 3 leyes de la robótica definidas en las ficciones de Asimov también son útiles en automatización industrial.
Isaac Asimov, escritor prolífico donde los haya con más de 400 libros escritos, fue una destacada figura durante décadas en los géneros de ciencia ficción y divulgación científica. Era común en sus obras de ficción con la robótica como eje principal, la utilización de "las tres leyes" como núcleo a partir del cual se construía toda la inteligencia artificial presente en los robots.
Esas tres reglas son las que siguen y su implicaciones también pueden sernos de utilidad en la realidad que nos rodea en el ámbito de la automatización industrial.
“Dudo que el ordenador llegue algún día a igualar la intuición y capacidad creativa del sobresaliente intelecto humano”
- Isaac Asimov
Primera ley: Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
Llevemos la sentencia a nuestro terreno y entendámosla como una definición de mínimos. UNA MÁQUINA HA DE SER SEGURA y proteger la integridad de las personas que la utilizan. No es solo una cuestión de cumplir con la normativa vigente, es una obligación moral que todo fabricante, montador, programador o implicado en la construcción de maquinaria ha de tener siempre presente.
No es necesario ser un experto para hacer un primer análisis de los requerimientos de seguridad de una máquina. Siguiendo este diagrama podemos empezar a vislumbrar la categoría de los equipos necesarios para cumplir con la legislación existente.
Segunda ley: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª ley.
Una máquina debe cumplir el cometido para la que fue construida. No obstante, no se ha de buscar solamente su funcionalidad, también se ha de tener en cuenta su usabilidad para que el operario pueda de la manera más intuitiva posible hacer uso del equipo y configurarlo en función de sus necesidades. Atrás deben quedar los infumables e interminables manuales, al menos a nivel de usuario. Debemos aprovechar los avances en interfaces de operación que a día de hoy ponen a nuestra disposición potentes dispositivos a bajo coste con capacidad de mostrar dibujos o fotografías que ayuden a la interacción hombre-máquina.
Tercera ley: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o 2ª ley.
El diseño de una máquina debe ser tal que permita la inexistencia de degradación o que esta sea lo más reducida posible bajo un uso normal. En este punto, el sentido común es crucial. Por ejemplo en un control de ejes, aprovechar todo el tiempo de ciclo disponible alargará la vida de los motores y disminuirá el estrés mecánico. De poco sirven aceleraciones y paradas bruscas para luego esperar inmóvil el siguiente ciclo de trabajo.
Aunque originalmente no pensadas para el entorno de la automatización industrial, creo que tener en mente las tres leyes de Asimov en el proceso de gestación de un proyecto quizá nos sirva para recordar qué es importante y qué lo es menos en lo que finalmente será el conjunto de nuestra máquina.
De nuestra creatividad nacerá el equilibrio perfecto entre eficiencia y seguridad que convierta en altamente competitivos y atractivos nuestros equipos en el mercado.
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