lunes, 9 de noviembre de 2015

Robots y humanos en la logística de Amazon

Logística y big data son las columnas vertebrales de lo que hoy es Amazon. El gigantesco bazar virtual que Jeff Bezos concibió y creó hace dos décadas en Seattle no sería lo que hoy es sin haber hecho de la necesidad virtud en ambos aspectos. En el caso del big data porque el inventario que custodian los 109 centros logísticos de la compañía en todo el mundo se decide a partir de algoritmos, que predicen lo que interesa en cada uno de los mercados locales donde llegan los envíos. Y en el caso de la logística porque representa el brazo ejecutor de las recetas que aporta esa inteligencia de los datos. Y porque asegura la eficiencia de un modelo de negocio pensado para despachar millones de pedidos diarios de lo más variopinto y servir al cliente, incluso en 24 horas, una nevera en un pueblo remoto, por ejemplo.


Y es que cualquier salto cualitativo que la compañía estadounidense ha introducido en sus procesos no ha tardado en impactar (positivamente) en su negocio y en sus resultados. De esta forma, Amazon ha decidido extender ahora sus últimos avances en lo que a logística se refiere a sus almacenes en Europa, donde cuenta con 29 centros logísticos en nueve países que dan servicio a 28 países de la UE. La nueva tecnología, cuyo diseño permite a hombres y robots interactuar para reducir de horas a minutos los tiempos de gestión de los pedidos, nació en 2012 a raíz de la compra de Kiva Robots, una empresa radicada en Boston y germen de lo que es hoy Amazon Robotics.


Ahora acaba de estrenarse en Polonia, con la mente puesta en la campaña de Navidad. Desde mediados de octubre empezarán a operar en el centro de Varsovia un total de 270 robots para gestionar 200.000 unidades de inventario durante la temporada alta de la compañía. Y a partir del primer trimestre de 2016, otros 3.000 robots en dos nuevos centros logísticos cerca de Londres.


Del cambio que han gestado las máquinas da fe el centro logístico de Tracy, en el corazón del estado de California. Pese a estar equipado con robots, es uno de los centros con mayor número de empleados en EEUU: 2.500 personas para unas instalaciones con 90.000 metros cuadrados.
El retailer muestra las entrañas de un almacén donde procesar un pedido es cuestión de minutos y que, sólo en 2013 y gracias a esta tecnología entonces recién nacida, despachó nada menos que 36,8 millones de envíos, a razón de 456 productos por segundo, en el llamado peak day (el día con más pedidos del año). Hace sólo un mes, el rendimiento de este centro permitía llevar también, hasta la vecina Los Ángeles y a todo el Condado de Orange, el servicio Amazon Primeque supone entregar pedidos al cliente en un plazo máximo de dos horas y, entre otros productos, servir alimentación fresca y comidas de negocios locales.
En la planta californiana se perciben aún las susceptibilidades que provocó un reciente reportaje de The New York Times que describía la empresa como un infierno para sus trabajadores. No extraña por eso que la visita transcurra con continuas alusiones al confort que la presencia de los robots imprimen al trabajo y preguntas retóricas sobre el oscurantismo del que acusaba el diario a la empresa.
Los responsables hacen notar incluso que los asientos desde donde trabajan los empleados fueron diseñados con el feedback de los trabajadores, que aportaron también su granito de arena en el diseño de las estanterías móviles.
El desarrollo de este abanico de posibilidades para el comercio que rozan la ciencia ficción no es uniforme ni siquiera en EEUU. El servicio Prime sólo está disponible en algunas ciudades donde la tecnología del centro logístico y la masa crítica de clientes lo aconsejan. De hecho, la expansión de la octava generación de revoluciones logísticas en Amazon será una excepción antes que una norma, según explican desde la compañía. Hasta ahora, estos robots sólo funcionaban en 13 ciudades del país sede. Y la agenda de Amazon pasa por implantarlos sólo en los nuevos centros logísticos si así lo requiere la demanda.
Desde la multinacional se esfuerzan en señalar que la robotización de las operaciones logísticas no sólo aporta ventajas en términos de eficiencia sino de capital humano, al exigir más mano de obra cualificada (sólo para los robots del centro de Varsovia, Amazon prevé contratar a 170 ingenieros). Una suerte de círculo virtuoso que a sus responsables les gusta definir como "sinfonía entre tecnología avanzada y trabajo manual" y que los mismos empleados (associates en la jerga de la compañía en tanto que son dueños de acciones) saludan por su capacidad "para simplificarlo todo".
Los robots Kiva, sencillos, cuadrados y equipados con ruedas que les dan aspecto de taburetes móviles, pesan 145 kilos pero pueden levantar hasta 340 kilos. Se desplazan por las instalaciones a 5,5 kilómetros por hora y se conectan por wifi, de manera que el sistema informático de Amazon les envía órdenes de forma centralizada. En este sentido, el algoritmo que les hace funcionar permite a adaptar la ruta de los robots a la velocidad del picker (el empleado que recoge los pedidos), de tal forma que las estanterías se mueven de acuerdo con el ritmo del empleado.


"Los robots nos permiten cuatro cosas básicas: primero, asistir a los empleados en su trabajo diario en una interactuación entre máquinas y humanos que permite ganar eficiencia y comodidad; en segundo lugar, permiten ganar un 50% de capacidad de almacenaje, lo que nos permite disponer de más productos más cerca de los clientes; tercero, nos permiten procesar los pedidos más rápido y reducir el tiempo entre el clic y la entrega al cliente; y, por último, facilitan la creación de nuevos puestos de trabajo cualificados", desgrana Kelvin Downes, director general del centro de Tracy.


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